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Channel: Silvia Grijalba
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No tomar el nombre del Chill Out en vano

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Escuchando el genial Electric Storm de Whitenoise me ha venido a la memoria aquella era de los 90 en la que me dio por ser dj de ambient. La idea surgió durante mi estancia en Londres en el 94. Vivía en Brixton y allí había una casa okupa llamada Cool Tan, donde además de tocar casi todos los fines de semana Test Department (que eran vecinos del barrio), se organizaban raves y había, claro un chill out. El asunto raves y chill out en aquélla época era aún incipiente en España. Pero a la vuelta, llegué obsesionada por aquél concepto. La idea de que en una discoteca hubiera un espacio aparte donde la gente se tumbaba, descansaba y se relajaba oyendo a Brian Eno, a Steve Reich, Whitenoise, Future Sound of London o Satie me parecía maravillosa. Así que poco a poco fue metiéndome en aquél mundo. En España había poca gente que hiciera aquello. Bueno, más bien poca gente que se enterara de qué iba. Suso Saíz había sido uno de los pioneros (me refiero al concepto de chill out como tal, por supuesto, en los 60 y los 70 hay españoles que se dedicaban a ello), Nacho Sotomayor y Juan Belda también lo había explorado, pero dos personas que lo llevaron a la práctica, que se recorrieron todos los chill out y los festivales de por aquí fueron Fred Tassy y Justo Bagüeste, bueno y, en menor medida (y no es falsa modestia, por Fred es un maestro como dj y Bagüeste ofrecía directos increíbles), yo misma. En esas sesiones, en espacios infectos porque el Chill Out era siempre el hermano pobre de los raves y de los festivales, se seguía ese espíritu por el comenzó a desarrollarse ese concepto en Inglaterra, donde los chill out se convirtieron en obligatorios en cualquier rave. Como el consumo de mdma era algo evidente, se exigía que hubiera un sitio donde los ravers pudieran descansar, beber agua y evitar el golpe de calor. Aquí, en fin, se trataba que fuera así, pero muchas veces el chill out se convertía en otra sala más pequeña donde o bien se colaba la música de la principal o simplemente el dj de turno ponía música para bailar, sin entender nada de nada.
Las mezclas de música clásica con bases ambient y demás experimentos se dejaban para unos pocos, entre los que se encontraban también HD Sustance, Big Toxic, Noarbe (Dinamo) o Groof. Noarbe, X Flash, Bagüeste y yo hicimos una gira delirante por los chill out de varios festivales con el proyecto de Bagüeste IPD, de allí podría salir un libro.
Después alguien más listo que todos nosotros (fallo nuestro) cogió el nombre de chill out y se dedicó a crear fórmulas comerciales para el consumo masivo. Los primeros discos de Café del Mar, los de José Padilla, tenían cosas muy interesantes, pero después se convirtieron en un batiburrillo para gente a la que no le gusta la música que iba a ibiza, veía la puesta de sol y se quería llevar a casa un trozo de sus vacaciones. Más tarde llegaron aberraciones como el flamenco chill (magnífica etiqueta) con voces que más que relajar, a mí, personalmente me ponen los nervios de punta.
Pero nada en contra, simplemente, que a veces, hay que morderse la lengua cuando alguien habla de lo que le gusta la música chill out y tú, por pereza, dices que sí que muy bonito. El lenguaje es muy puñetero y es como si te enseñan una mesa y te dicen: “¿has visto que silla más bonita?”. Pues no, la silla es horrorosa y además es que eso no es una silla. Pero no, tú vas y pone el vaso en ella y te sientas en la mesa, porque ya no tienes energía para explicaciones.

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